jueves, 17 de febrero de 2011

Estado de miedo

Recientemente he leído un libro titulado “Estado de Miedo”, en el cual, un chiflado sociólogo argumentaba acerca del uso del miedo como una herramienta de control social, por parte de los grupos de poder político y mediático.

Reflexionando sobre  ello, pensé que tenía su parte de razón. El catolicismo, por ejemplo, siempre ha empleado el miedo para fidelizar a sus fieles, el infierno, la hoguera para los díscolos, la expansión del islamismo (un argumento que vuelve a estar de moda). Por otra parte, a lo largo de nuestra vida siempre nos han metido el miedo en el cuerpo para conducirnos por el buen camino (el hombre del saco, el que repartía caramelos con droga a la salida del colegio, los porros que te convertirían en herinómano en poco tiempo…).

Pensando en nuestra infancia, cuando jugábamos libremente en parques y jardines, alejados del control de nuestros padres, y, en comparación con la de los niños de este tiempo que, en el mejor de los casos  juegan en los centros comerciales, me pregunté si será cierto que nuestra infancia hoy en día sería impensable porque hay muchos más peligros acechando a los chavales. ¿Realmente es así o será la sugestión causada por el enorme flujo de información actual, destacando cualquier comportamiento delincuente, más sonado cuanto mayor sea la tragedia que causa?

Al hilo de esta cuestión me planteo cuál será la estrategia al respecto que, a día de hoy, podrían adoptar los grupos de poder. Todo el mundo ha podido comprobar, a raíz de lo acontecido en Túnez o Egipto, de qué es capaz Internet o las redes sociales. Imagino que la oligarquía política que dice representarnos no estará dispuesta a que su poder mediático, tan arduamente construido a lo largo de estos años, pueda verse afectado por el poder de las redes sociales, en las que la manipulación de la opinión y el pensamiento es más complicada.

Hace unos meses ya empezaban a meter miedo, alertando a los padres acerca de la peligrosidad de estas redes (los malos están ahí fuera acechando y las redes sociales le facilitan su trabajo). Parece que esto no es suficiente y ahora han pasado a la acción, dotándose de herramientas para controlar las descargas o enjuiciar a aquellos que realizan ataques contra sus webs. La prueba de que es un asunto importante para ellos es que, lejos de sus insultos constantes, ha habido un acuerdo total, respecto a la ley Sinde.

Es de esperar que éste sea sólo el primer paso, si bien, nos consuela saber que su estrechez de miras y desconocimiento de la ciudadanía hará que cuando se hayan puesto de acuerdo para decidir como taponar una fuga en una tubería, la fuga inicial se habrá convertido en un boquete.

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