martes, 28 de octubre de 2008

BIODIESEL ¿SOLUCIÓN O PROBLEMA?



Son muchas las líneas que en los últimos meses se han escrito acerca de la implicación de los biocombustibles en la subida del precio de los alimentos. Este argumento ha sido muy socorrido por los ultraliberales, esos que niegan el cambio climático, abogan por el empleo de la energía nuclear y pretenden que las empresas engorden indefinidamente sus beneficios sin que el deterioro que causan en su entorno limite sus actividades.

Recientemente, en una charla de un representante de la FAO a la cual tuve la oportunidad de acudir, se comentó que los biocombustibles eran la gota que colmó el vaso pero que, la desmantelación del sector agrícola en la UE (subvenciones a cambio de no cultivar) y la incorporación de países hiperpoblados con ritmos de crecimiento económico altísimos, al grupo de demandantes de materias primas alimentarias, eran las causas principales de la subida de precios en los alimentos que día a día estamos percibiendo en nuestros bolsillos.

El biodiesel (biocombustible más empleado y producido en Europa) es una alternativa al gasóleo y se produce a partir de aceite. Es decir, la producción de biodiesel no requiere de maíz ni trigo, sino de oleaginosas. El tipo de aceite empleado en su producción varía en función de los países en los que se produce, buscándose preferiblemente productos autóctonos, pudiéndonos encontrar con el empleo de aceite de soja, colza, girasol, palma o coco. Por ello, la producción de biodiesel únicamente influye en el precio de los cereales en la medida en que la extensión de territorio dedicado a su cultivo compita con el dedicado al cultivo de cereales.

A día de hoy, es impensable que el biodiesel pueda sustituir al gasóleo, ya que, es imposible producir aceite suficiente para hacer frente a la demanda existente y además, libre de impuestos, el gasóleo es más barato que el biodiesel. Por tanto, el biodiesel no es la solución pero sí un primer paso. De hecho, la posibilidad del empleo de aceite vegetal como combustible de vehículos es algo que ya existía cuando el motor diesel fue concebido. Su inventor, Rudolf Diesel, lo presentó en la Exposición universal de París en 1900 como el motor de aceite, ya que funcionaba con aceite de cacahuete. El precio más competitivo del gasóleo hizo queéste fuese el combustible habitual de estos motores, a pesar de que la idea del empleo de aceite vegetal fuese retomada en períodos de crisis petrolífera.

Actualmente, el efecto de la combustión de gases de efecto invernadero sobre el clima ha hecho que se haya retomado el tema, de manera más seria. No obstante, la evolución de los motores de ciclo diesel ligada al empleo de gasóleo, hace complicado el empleo de aceites vegetales (sería necesario realizar modificaciones técnicas y emplear dos depósitos de combustible, ya que, en determinados momentos como en el encendido, el motor debe seguir funcionando con gasóleo). Por ello, se adoptó la solución de someter al aceite a un proceso químico que permite obtener un producto de menor viscosidad que podría ser empleado en los motores actuales. Aún así, los usuarios nos encontramos con que muchos fabricantes de automóviles no mantienen su garantía si se reposta biodiesel, algo que merecería un gran debate (La UE exige el uso de un 10% de biocombustibles en el transporte y las marcas de coches no permiten usalos…). Un problema derivado de la necesidad de trasformar químicamente el aceite es que, se requieren plantas con elevada capacidad de producción para que el proceso sea rentable, lo cual facilita que la producción de biodiesel esté en manos de grandes grupos empresariales y dificulta el acceso a su producción a los cultivadores de materia prima, algo que no deja de ser frecuente en otros ámbitos.

Otro aspecto a considerar es que el biodiesel es una solución para dar valor añadido a ciertos residuos. Así, poniendo un poco de nuestra parte, el aceite usado que empleamos en nuestros domicilios, en lugar de ir por las tuberías y generar un coste de depuración, debidamente gestionado puede ser empleado para producir biodiesel, al igual que ciertas grasas residuales generadas por el sector cárnico. Las grasas de pescado son un mundo aparte, ya que, debido a su composición química, no pueden ser convertidas en un biodiesel que cumpla con las especificaciones de calidad exigidas por la ley, si bien, se trata de un problema que habrá que resolver si se pretende que el cultivo de microalgas sustituya o complemente al cultivo de oleaginosas, en lo que se considera una solución idónea que acabaría con la polémica de tierras de cultivo para alimentos o para combustibles.

El problema radica en que los aceites de origen marino poseen una elevada concentración de ácidos grasos poliinsaturados (omega 3 y omega 6) que son buenos para la alimentación pero que son inestables ante procesos oxidativos, lo que imposibilita su empleo para producir biodiesel.

No hay comentarios: